martes, 23 de abril de 2013

El Castillo de Guadalest


El Castell de Guadalest es una pequeña población de 240 habitantes situada en la parte norte de la comarca de la Marina Baixa en Alicante.




Fortaleza del siglo XI, creada por los musulmanes, se encuentra situada sobre la roca en la parte más elevada del municipio.

Tuvo un papel muy importante a lo largo de la Edad Media y Moderna, gracias a su situación estratégica. Los terremotos de 1644 y 1748 y la voladura que sufrió en 1708 en la Guerra de Sucesión fueron los culpables de su destrucción.

El clima es de tipo Mediterráneo, pero difiere un poco del de la costa, con inviernos más frescos y veranos más suaves y agradables.




En cuanto a las comunicaciones, las dos maneras más sencillas de acceder a El Castell de Guadalest son las siguientes:

1-. Se coge la carretera CV-70 en La Nucia o en Polop de la Marina y de aquí ya se continúa hasta nuestro destino.
2-. Podemos coger la carretera CV-755 en Altea la Vella, pasamos por Callosa d'En Sarrià y finalmente llegamos a El Castell de Guadalest.

Guadalest ha sido declarado Monumento de Valor histórico-artístico y todo visitante de la Costa Blanca enamorado de la Naturaleza y de nuestro Patrimonio debe rendirle visita.



El pueblo es una delicia. Se accede a través de una única puerta excavada en la colina. Hay tiendas de souvenirs, de artesanía, cafeterías y museos. Se puede hacer una visita guiada por dentro del castillo y las murallas. Cuesta sólo unos euros y como recompensa tendrá unas extraordinarias vistas del valle y más allá, de la bahía de Altea. Hay muchas obras de arte expuestas, desde las más elaboradas hasta lo cómico. (derecha, Hombre comiendo perrito caliente,).

Una recomendación para los que quieran visitar Guadalest en invierno es hacerla por las mañanas, ya que apartir de las seis de la tarde comienzan a cerrar todo por allí. Aunque si ya de mañana el lugar tiene un encanto sin igual, el poder pasear casi al anochecer por sus calles será otra de esas imágenes que guardes para siempre.

El Castell de Guadalest, existente ya en la época musulmana, después de la conquista cristiana (S. XIII), retuvo una abundante población islámica bajo el señorío de distintos nobles catalano-aragoneses.

El rey Jaime II donó, en feudo el Castillo de Guadalest a Bernardo de Sarriá, en 1293 y aquí, empieza un período de 42 años, durante el cual, el castillo y toda la comarca pertenecen a la familia Sarriá.

En 1335, el Castillo pasa a la Corona, quien lo vende al Infante D. Pedro y de este pasa a su hijo, el primer Duque Real de Gandía y a la muerte del último Duque Real de Gandía, a la familia Cardona. Los Cardona llegaron a ser Almirantes de Aragón y en 1543, los reyes Dª. Juana y Don Carlos, concedieron a D. Sancho de Cardona para sí y sus sucesores perpetuamente el título de Marqueses de Guadalest.

El último Cardona, Marqués de Guadalest, murió sin descendencia en 1699 y esto provocó una serie de problemas que terminaron al recaer el marquesado en la persona del Marqués de Ariza, El marquesado sigue y su poder decae en el siglo XIX.

Durante la época de los Cardona, hay otra familia que adquiere gran relevancia, es la familia de los Orduña. La vinculación de los Orduña a El Castell de Guadalest data del siglo XVI, ellos fueron alcaides perpetuos desde 1669 y alcanzaron nobleza en 1756, al ingresar en la Orden de Santiago, D. Pedro Antonio Buenaventura de Orduña y García.

En el siglo XIX, con la supresión de los señoríos, los Orduña adquieren poder e influencia en la Marina e incluso actúan en la política de la provincia de Alicante. En 1934 fallece el último Orduña, D. Carlos Torres de Orduña, sin descendencia, pasando sus posesiones a ramas colaterales.

Mientras estas dos familias pasaban a formar parte de la historia de El Castell de Guadalest, otros hechos singulares cambiaron la fisonomía del municipio.

En 1609 los moriscos, población mayoritaria del valle, fueron expulsados, creándose un gran vacío demográfico que se intentó llenar con la Carta Puebla de 1611.

El 22 de junio de 1644, se produce un terremoto que destrozó el Castillo y en diciembre del mismo año, vuelve a repetirse otro seísmo de gran intensidad.

En 1748 y en 1752, tienen lugar nuevos terremotos, pero menos importantes que los anteriores.

Durante la Guerra de Sucesión, en 1708, el Castillo de San José sufre una voladura que afectará gravemente su ala oeste y la Casa Orduña es incendiada.

Ya en el siglo XX, El Castell de Guadalest sufre una serie de cambios importantes:
  • En 1953, se empieza a construir el embalse que sería terminado en 1971.
  • El turismo empieza a descubrir el encanto de El Castell de Guadalest.
  • En 1974, El Castell de Guadalest es declarado conjunto histórico - artístico.
  • El Recinto Amurallado queda sujeto al decreto de Protección Genérica de los Castillos Españoles de 22 de Abril de 1949.
  • En 1980, El Castell de Guadalest recibe la Placa de Bronce al Mérito Turístico y en 1981, el Tercer Premio de los Nacionales de Turismo al Embellecimiento y Mejora de los pueblos de España.
  • En 1994, se acuerda la compra municipal de la Casa Orduña y se procede a su rehabilitación para ser transformada en el Museo Municipal.

viernes, 19 de abril de 2013

La Isla de Tabarca



La Isla de Tabarca fue declarada en 1964 conjunto histórico nacional.



Santa Pola es el punto más cercano de la Península a Tabarca, la única isla habitada de la Comunidad Valenciana.

Isla fortificada, que atrapada por su historia, destacar la casa del gobernador. En el extremo oriental de la isla se encuentra el faro, del s. XIX.

Siguiendo los planteamientos urbanísticos del siglo XVIII, se edificó una ciudad como una maqueta perfecta, rodeada de impresionantes murallas, muy bien conservadas en su mayoría, y con acceso a través de tres grandes portadas: la puerta de San Rafael, que queda al lado de Levante; la de San Gabriel, mirando a poniente, y la puerta de San Miguel, con vistas a la ciudad de Alicante, que desemboca en un acantilado bajo de roca redondeada llamado por los lugareños «El Puerto Viejo». Pero lo que más llama la atención al visitante, por su monumentalidad, es la Iglesia de estilo barroco, que resalta sobre el perfil de la isla, y de sus numerosas leyendas.



Es además un auténtico paraíso marino, fue reconocida en 1986 como la primera reserva marina del país, sus aguas cristalinas fruto de su importante plataforma de posidonia origina un lugar privilegiado para los amantes del buceo. La línea de la costa es recortada, formada por pequeños acantilados de escasos metros de altura, con playas de cantos rodados y una única playa de arena con aguas transparentes.

El apartado gastronómico es verdaderamente especial. En algunos restaurantes de la isla se puede degustar, en temporada, uno de los bocados más exquisitos que existen: el calamar de potera a la plancha y el típico caldero tabarquí, que consta de dos partes: pescado (que se toma en primer lugar siguiendo la tradición marinera) y arroz a continuación. 


Imágenes: Google